Cuidando a les Muertes, Cuidando a les Vives

por Bees, trabajadore de Desert Aid
del boletín de invierno de 2022 – ¡léalo aquí!

Tengo sentimientos encontrados al escribir este artículo sobre la muerte en el desierto.

Nuestra organización se llama No Más Muertes; nuestra misión declarada es “acabar con la muerte y el sufrimiento en las tierras fronterizas entre México y Estados Unidos”. La muerte es el tema central aquí, lo sé. Pero ya se ha escrito mucho sobre la elección del gobierno estadounidense de utilizar el desierto como arma de genocidio, y les periodistas han producido abundantes retratos de voluntaries individuales que se encuentran con personas fallecidas en la frontera.

Permítanme que les hable primero, si puedo, acercas del deleite.

Permítanme contarles cómo me dieron una paliza unos adolescentes que llevaban semanas caminando por el desierto en un partido informal de baloncesto. Permítanme contarles las veces que les he explicado “Sí, han identificado correctamente la palabra en inglés  para pollo, pero Pollo del Mar, no es, de hecho, pollo”. Permítanme contarles de haber conocido a gente que no había tenido acceso a agua limpia en días y haberles dicho (honestamente) que olían mejor que el grupo variopinto de punks que dejan galones frescos y comida por el Valle de Altar.

Permítanme contarles acerca de un hombre que había pasado casi un mes intentando atravesar el desierto de Sonora a pie, cuyos ojos se llenaban de lágrimas cuando hablaba del desierto porque para él las plantas, los pájaros, los amaneceres floreciendo a través de las montañas, eran todos tan maravillosos. “El desierto es hermoso”, él dijo.

En agosto, les voluntaries de No Más Muertes que estaban trabajando en los alrededores de Arivaca encontraron los restos de cuatro migrantes recientemente fallecides. La muerte está al centro de todo aquí y, sin embargo, ningune de les voluntaries más veteranos recuerda haber encontrado tanta gente en tan poco tiempo en este corredor. El desierto es maravilloso y terrible al mismo tiempo.

Permítanme contarles, si puedo, del cuidado y la compasión de la gente en el desierto.

Un hombre me explicó por qué es difícil informar sobre personas fallecidas en los senderos, incluso a les trabajadores de ayuda humanitaria. “Es peligroso, ¿sabe? Si le digo a alguien que he visto un cadáver, quizá decidan que yo soy el responsable. Quizá llamen a la policía”. Y entonces, a pesar del riesgo, ese hombre procedió a decirme dónde había visto a alguien que había muerto y me hizo prometer que iríamos a buscar a esa persona. De hecho, les indocumentades reportaron a tres de les fallecides que encontramos*, lo que nos permitió recuperarles rápidamente y ayudar a sus familias a tener una medida de cierre emocional.  

Cuando sería fácil darle prioridad a la rabia y a la angustia, veo que les voluntaries le dan prioridad a la atención. Personas que han tenido experiencias traumáticas con las fuerzas del orden caminan durante kilómetros con la policía para asegurarse de que una persona sea recuperada rápidamente y con dignidad. Les voluntaries sacan fotos del paisaje circundante para que las familias puedan ver el lugar donde fallecieron sus seres queridos. Les ateos colocan flores y rezan. Surgen en mí sentimientos cínicos y me pregunto si estos gestos son útiles. Y entonces hablo con un familiar de uno de los hombres fallecidos.

Yo estaba en el grupo que encontró a su ser querido. Recogimos flores y rezamos por él, y por su familia.

Nosotros también rezamos por usted. Por favor, si puede decirme, ¿cómo era el lugar donde murió?

Era pacífico y hermoso. Sé que suena extraño, pero lo era.

Eso es bueno. Es útil escuchar eso.

Por favor, háganos saber si hay algo que podamos hacer por su familia.

Gracias por decírmelo. Gracias a Dios que mi primo fue encontrado.

Lo que los perfiles de las revistas no describen es que cuando encontramos gente en el desierto, cuidamos a las personas que caminan por estos senderos, a sus familias y a nosotres mismes. Elles nos cuidan a nosotres a cambio, compartiendo comida con nosotres, compartiendo historias con nosotres, preguntando cómo pueden ayudarnos y rezando por nosotres (perdonando a les no creyentes). Les voluntaries se perdonan por hablar con torpeza e imprecisión, por respuestas nacidas del trauma y la ira, por no hacer y pensar todo con perfección absoluta. Un día especialmente duro comparto un sentimiento: que esas personas murieron cerca de donde dejamos los galones de agua y es difícil no sentirse atormentade por eso – y nadie me avergüenza por ello.

Mis compañeres voluntaries saben la verdad tan bien como yo. Podríamos dejar cientos de galones de agua en cada sendero del desierto, y la gente aún seguiría muriendo. Mueren a causa de la violencia de asentadores coloniales, de las economías de extracción y del imperialismo. Porque a los agentes de la Patrulla Fronteriza se les paga para dispersar, aterrorizar y secuestrar a la gente, en lugar de ayudarla. Porque el terror es fundamental en la política fronteriza de Estados Unidos y no hay ninguna cantidad de agua que pueda lavar la sangre de las manos de quienes la escriben. Por una falta de atención que es antitética a muches de nosotres en el desierto.

Una vez conocí a alguien que llevó en sus espaldas a un miembro de su grupo para que ella pudiera pasar con vida. Otre que asumió un tremendo riesgo personal para asegurarse de que las personas enfermas pudieran recibir tratamiento médico urgente. Otro que denunció a una persona fallecida con pleno entendimiento de que podría ser culpado por la muerte de esa persona. Nunca encontré la forma de ponerme en contacto con el hombre que nos informó directamente de la persona fallecida para asegurarle que habíamos cumplido nuestra promesa, pero si me encontré con un grupo que había recorrido el mismo camino. Se sintieron aliviades de que alguien se preocupara lo suficiente para buscar a la persona fallecida, y nos preguntaron si sabíamos su nombre o de dónde era. Tenían la intención de rezar por él y su familia. Les dije que habíamos ido a recuperar el cuerpo y que la policía había tratado a la persona con respeto, y me preguntaron si estaba bien.

Las publicaciones importantes construyen un paisaje de incesantes descargas de adrenalina -guías que abandonan grupos, cárteles que exigen sumas exorbitantes a les indigentes, brutalidad de les agentes de la Patrulla Fronteriza, muerte en los senderos- y se siente como una extraña pornografía del patetismo, que roza la romantización de lo peor de la humanidad. Lo que me gustaría ofrecer es que aquí también hay cuidado, y he visto lo mejor de la gente.

No ignoro ni borro la desesperación en esta obra, ni finjo que no existe la violencia. Simplemente: estoy de acuerdo con el hombre que me dijo que el desierto es hermoso. Si alguna vez has perdido a alguien cercano, entonces sabes cómo se siente. Tu ser querido ha muerto, la luz brilla entre los árboles, un bebé ríe en tus brazos, el mundo sigue girando y la persona que más querías en el mundo entero ha muerto. Estuve presente en tres ocasiones en las que encontramos personas. Había flores silvestres por todas partes, los pájaros cantaban dulce y claro a nuestro alrededor, los arroyos fluían suavemente en el fondo. Cuidamos de los fallecidos y cuidamos de los vivos.

Esto es lo que pido que recordemos cuando leamos otras historias sobre la frontera, cuando la desesperación y la duda se instalen para quedarse un tiempo, cuando los retos parezcan insuperables e interminables: muchas historias horrorizantes son verdaderas, y también lo son muchas maravillosas. Ocurren cosas terribles, y a pesar de todo podemos proporcionar consuelo.

La muerte es central aquí, y el cuidado está por todas partes.

Nota del autor: Soy unx asentadorx blancx que creció en la región de los Grandes Lagos, no en el desierto. Esta pieza está escrita desde esa perspectiva, y no pretendo representar las experiencias de nadie más que las mías.

*Las personas indocumentadas que se encuentran con una persona muerta en el camino y no se lo pueden informar fácilmente a las fuerzas del orden sin enfrentarse a la detención, la deportación y otras repercusiones legales, así como a un posible escrutinio por la muerte de esa persona. Por esta razón, la línea directa de migrantes desaparecides de No Más Muertes y otras líneas de búsqueda y rescate son fundamentales para encontrar y recuperar a las personas rápidamente. Para obtener más información sobre cómo la Patrulla Fronteriza y otros organismos policiales no recuperan a las personas desaparecidas e incluso impiden su recuperación, visite http://www.thedisappearedreport.org/.