El jefe del Sector Tucson de la Patrulla Fronteriza dio la cara el 30 de enero, ante una audiencia que le disparó preguntas sobre la destrucción del agua dejada en el desierto para los viajeros sedientos.
Dos eventos dieron origen a la reunión: en primer lugar, No Más Muertes y La Coalición de Derechos Humanos publicaron un informe el 17 de enero, que implicaba a agentes de la Patrulla Fronteriza en la destrucción de más de tres mil recipientes con agua que los voluntarios habían colocado en los senderos de los migrantes. Posteriormente, horas más tarde, la Patrulla Fronteriza arrestó a un voluntario de No Más Muertes y dos migrantes en la ciudad de Ajo, al oeste de Tucson. Border Action Network auspició el foro comunitario en la iglesia episcopal de Grace Saint Paul en Tucson, que convocó a docenas de personas, principalmente de grupos de ayuda humanitaria.
“Puede haber tan solo un motivo (para destruir el agua), y ese es matar personas”, manifestó Steve de Humane Borders. Su grupo informó que sus tanques de agua en el desierto también habían sufrido vandalismo.
“Considero esto una ofensa muy grave”, explicó el jefe Rodolfo Karisch, que llegó desde Texas para asumir el mando del Sector de Tucson el 20 de agosto de 2017. “¿Qué motivo tendríamos nosotros, como funcionarios del orden público, para ir por allí destruyendo botellas de agua?”, preguntó. “Es contraproducente”.
Karisch prometió investigar las acusaciones, pero demostró inquietud ante la posibilidad de comprometer la privacidad de los agentes con la publicación de los resultados. “No hay un enfoque general para estos casos”, explicó, “cada caso es diferente”.
Billy Peard, abogado de American Civil Liberties Union, preguntó si la Patrulla Fronteriza tiene una política que “indique que esto no está permitido”.
Desde la publicación del informe de NMD, Karisch ordenó a sus agentes no tocar el agua, según indicó. Pero no existe política alguna en el sector para guiar a los agentes que entran en contacto con trabajadores humanitarios.
Zaira Livier, de Lucha Unida de Padres y Estudiantes, comentó que la ONU calificó a México como una zona de conflicto mortal, detrás de Siria.
“Hablamos de cientos de personas que mueren y desaparecen [en México] cada año”, agregó Livier. Esto causa “una verdadera crisis humanitaria en nuestra frontera”.
El simple hecho de cruzar la frontera ilegalmente “no debería constituir una pena de muerte”, explicó Karisch. La Patrulla Fronteriza entrena agentes como paramédicos para rescatar y tratar migrantes que sufren peligro.
“Hay una diferencia entre dar agua y alimento a una persona y darle albergue para que se oculte”, agregó Karisch. “Las leyes son muy claras”.
La Dra. Robin Reineke del Colibrí Center for Human Rights trabaja con el examinador médico del condado de Pima para ayudar a las familias a identificar a sus seres queridos desaparecidos en el desierto de Arizona.
“He visto los huesos”, sostuvo Reineke. “Consideramos que el trabajo de No Más Muertes es esencial… ¿La Patrulla Fronteriza acaso apunta a las organizaciones humanitarias?”
Karisch sacudió su cabeza. “Iremos donde nuestro trabajo nos lleve”, dijo. “No se trata de apuntar contra nadie. Se trata de acabar lo que se empieza… no puedo permitir, en la actualidad, que alguien ingrese a los Estados Unidos sin verificar”, agregó el jefe, citando espantosos homicidios y decapitaciones en México. “No se equivoquen, eso puede atravesar la frontera”.
Mike Wilson, miembro de la Nación Tohono O’odham del oeste de Tucson, dijo: “Creo que la principal pérdida es la confianza… Vivimos con temor de la Patrulla Fronteriza”.
Karisch dijo a David Garcia, miembro de la tribu, que había participado en el entrenamiento cultural ofrecido por la nación, y que exige que sus agentes tomen el curso. Explicó que no desea que los agentes atemoricen a las personas. “Deseo que estas zonas fronterizas sean más seguras”.
La reverenda Alison Harrington de la Iglesia Presbiteriana Southside preguntó a Karisch si había leído el informe de No Más Muertes.
“No, no lo he leído”, contestó Karisch y agregó: “No he visto ningún acuerdo firmado entre la Patrulla Fronteriza y los grupos humanitarios desde que estoy aquí”.
Paige Corich-Kleim, voluntaria de NMD, leyó una propuesta de acuerdo. En ella se solicita a la Patrulla Fronteriza no tocar el agua, los alimentos, la ropa y los insumos médicos; abstenerse de amenazar, arrestar o citar a los trabajadores humanitarios; proteger la ayuda médica brindada por los voluntarios y capacitar a los agentes según el código de conducta y respeto de la Cruz Roja para la misión de agencias humanitarias.
“¿Es esto algo que puedan aceptar?”, preguntó Corich-Kleim.
“No, necesito llevarlo y leerlo”, respondió Karisch. Y agregó que el sindicato de la Patrulla Fronteriza debería participar en un acuerdo de este tipo.
Después del foro, el reverendo John Fife explicó cómo ayudó a negociar el mismo acuerdo con varios jefes de la Patrulla Fronteriza a lo largo de los años.
“Las reglas han cambiado con cada jefe”, explicó Fife.
Por Denise Holley.