La Patrulla Fronteriza vandaliza ayuda humanitaria para migrantes en desierto de Arizona, denuncian activistas


La Patrulla Fronteriza vandaliza ayuda humanitaria para migrantes en desierto de Arizona, denuncian activistas

Mathieu Tourliere, Proceso, 18 enero 2018

CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Los agentes de la Patrulla Fronteriza estadunidense no esperaron la llegada de Donald Trump a la Presidencia para violar de manera abierta los derechos humanos de los migrantes que arriesgan su vida en la peligrosa travesía del desierto de Arizona.

Según un informe publicado hoy por las organizaciones No More Deaths y Coalición de Derechos Humanos, por lo menos tres mil 586 garrafones de agua –donados para que los migrantes se hidraten durante su travesía– fueron vandalizados entre 2012 y 2015 en la zona de Arivaca, entre otros, por uniformados.

Además, “a menudo agentes de la Patrulla Fronteriza en la zona fronteriza de Arizona intimidan, acosan y vigilan a los voluntarios de ayuda humanitaria y, con ello, impiden la administración de esta ayuda”.

Junto con el documento, las organizaciones publicaron un paquete de cinco videos –grabados entre el verano de 2010 y febrero de 2017– en los que se puede observar cómo agentes patean, acuchillan y vacían garrafones de agua que activistas dejan en el desierto para que los migrantes se hidraten, además de que se roban bolsas con víveres y material de primer auxilio.

Según el informe, “la práctica de la destrucción y la interferencia de la ayuda no resulta del comportamiento desviante de algunos agentes de la Patrulla Fronteriza canallas, forma parte de una práctica sistemática en la zona de la frontera”, aunque las organizaciones subrayaron que otras personas, como cazadores y los llamados “vigilantes”, también pudieron vandalizar la ayuda humanitaria.

El 15 de junio de 2017, “después de rodear el campo médico de No More Deaths durante 48 horas, agentes de la Patrulla Fronteriza llevaron a cabo un asalto de estilo militar”, denunció el informe.

Según el documento, alrededor de 30 agentes, a bordo de 15 camionetas y un helicóptero, ingresaron al campo para detener a cuatro migrantes que habían identificado con “sensores y cámaras” instalados alrededor del campo.

Estas acciones “generalizadas” desmienten la imagen humanitaria que la Patrulla Fronteriza trata de colgarse, denunciaron las organizaciones.

La travesía del desierto, que implica caminatas de por lo menos cuatro días bajo temperaturas extremas –un calor insoportable en el día, un frío intenso por la noche– para ingresar al territorio estadunidense es una de las partes más peligrosas a las que se enfrentan los migrantes: miles de ellos mueren y desaparecen cada año debido a la deshidratación.

Con el endurecimiento de los controles fronterizos implementado en los últimos años, los migrantes tienen que utilizar rutas cada vez más riesgosas y desérticas para evitar que los detengan y deporten.

Los médicos estiman que los migrantes deberían beber entre cinco y 12 litros de agua cada día durante la travesía; sin embargo, debido al peso que esta carga representa, no pueden llevarse mucho más que siete litros para todo el viaje.

Por ello, activistas de la organización No More Deaths dejaron más de 31 mil garrafones de agua en el camino del desierto entre 2012 y 2015.

“La ayuda humanitaria nunca resolverá la crisis de muertes y desaparecidos en las regiones fronterizas del suroeste estadunidense. Esta catástrofe hecha de la mano del humano, sólo terminará cuando los muros se derrumben, cuando el ejército de agentes fronterizos desaparezca y cuando la perspectiva paramilitar del control fronterizo se abandone”, sentenciaron.

Según el documento, las autoridades encontraron los restos de por lo menos siete mil migrantes en los estados fronterizos en las últimas dos décadas.

Además, en un primer informe publicado a finales de 2016, las organizaciones subrayaron que la Coalición de Derechos Humanos registró mil 200 casos de migrantes desaparecidos en 2015.

Ese reporte también exhibía cómo agentes de la Patrulla Fronteriza utilizan patrullas, caballos y helicópteros para “cazar” –a veces con extrema violencia– a los migrantes durante largos ratos, obligándolos a correr a toda velocidad en el desierto, a veces a costa de perderse o de lastimarse.