La cooperativa de mujeres costureras de DouglaPrieta Works (DPW) es el proyecto de comercio justo de más larga duración en nuestra región. Las mujeres de DPW hacen productos de calidad cosidos a mano y apoyan un centro comunitario que enseña la autosuficiencia y promueve la seguridad alimentaria en la comunidad de Agua Prieta, Sonora. Las mujeres son agentes de cambio en esta ciudad post-colonizada, y el proyecto demuestra cómo nuestras formas de consumo pueden lograr diferencias radicales en la vida de las personas, en oposición al paradigma capitalista global que aparta los medios de producción de las personas en todo, desde la ropa vestimos hasta los alimentos que consumimos.
DPW es un grupo de resistencia que llena los huecos que han quedado improductivos en las comunidades por la explotación de los trabajadores.
El nombre DouglaPrieta describe la misión del grupo que intenta disolver la frontera entre Agua Prieta y la ciudad contigua de Douglas, Arizona. donde un muro artificial crea divisiones reales entre los que cuentan con prosperidad material y los que no la tiene. Por lo tanto, DPW es un grupo de resistencia que llena los huecos que han quedado improductivos en las comunidades por la explotación de los trabajadores. Mucha gente de Agua Prieta trabaja en las maquiladoras que fueron creadas mediante el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, donde hacen productos (incluidos los productos de costura) para la exportación.
Desde el año 2000, más de dos tercios de las fábricas se han trasladado a zonas de Asia con salarios más bajos. Esto ha dejado a más y más personas desempleadas o subempleadas. Desde 1990, la población de Agua Prieta se ha elevado de 37 mil a 200 mil, incluyendo un gran número de migrantes deportados diariamente de los Estados Unidos.
DPW se apega a un sistema donde la gente puede aplicar sus habilidades y recibir un salario justo para mantener a sus familias, y pueden transmitir sus conocimientos a otras personas, asegurando de esa manera un medio de vida para las generaciones futuras. DPW ha estado recaudando recursos para infraestructura, equipo y capacitación para ampliar su programa. Los miembros toman decisiones conjuntamente, teniendo en mente el progreso colectivo.
La cooperativa capacita a sus miembros en el cultivo de alimentos sanos, capacita para oficios, e informática. Con perseverancia, han desarrollado un centro comunitario con jardines productivos y estructuras de adobe hechos a mano. Todos los miembros trabajan en el jardín, en el cual se producen cultivos alimenticios, árboles frutales, hierbas y plantas medicinales, y crían gallinas para la producción de huevos y conejos para carne. Mediante la jardinería se mejora la nutrición y la autoestima y se enseña la captación de agua, técnicas de riego en el desierto, control de la erosión, y el uso de insectos benéficos para el control de plagas. Los recursos generados a partir de la costura y la producción de alimentos benefician a los miembros y contribuyen al apoyo del centro. Comprometida con una autosuficiencia que perdura a través de las generaciones futuras, DPW también ofrece clases.
La cooperativa capacita a sus miembros en el cultivo de alimentos sanos, capacita para oficios, e informática. Con perseverancia, han desarrollado un centro comunitario con jardines productivos y estructuras de adobe hechos a mano.
Trini Anguamea, miembro de la cooperativa dice: “Hemos logrado que alrededor de 26 niños participen en las clases de costura. También vienen a ver las verduras que cultivamos. Sé que van a aprender algo bueno”.
Iglesias, clubes de servicio, y los grupos de ayuda fronteriza ordenan bolsas de DPW, delantales, guantes de cocina y pañuelos para venta en sus eventos de recaudación de fondos. DPW provee de “bolsas dignidad” a No Más Muertes para migrantes deportados que han perdido sus posesiones durante el proceso de deportación. En Tucson, comercios como Tap & Bottle, Make Way for Books y Food Conspiracy colocan órdenes para bolsas personalizadas y otros artículos.
A medida que aumentan las órdenes de costura, la cooperativa capacita a más mujeres. “Cada miembro también se convierte en un jardinero activo y participa en la gestión del grupo”, dice Rosalinda Chávez. El colectivo se reúne con los compradores para negociar un precio que sea justo y aceptable a la cooperativa. Este proceso eleva el concepto de comercio justo, ya que da más poder a los trabajadores. Voluntarios de Douglas transportan materiales y ayudan con los pedidos y su entrega, Así mismo, transportan los productos a través de la frontera a Tucson y a otros lugares.
La compra de productos de costura a DPW —comercio justo— beneficia a las mujeres que los fabrican y también apoya una verdadera alternativa local a un problema global. Los productos de calidad de DPW se producen de una manera cada vez más difícil de encontrar en una industria que ha llegado a los extremos para obtener mano de obra barata. Esta misma industria maximiza los beneficios para los consumidores estadounidenses, que suelen desconocer la procedencia y posterior impacto de los productos que compran.
A través de 13 años de costura, crecimiento, y el fortalecimiento de la autonomía económica, DPW ha enseñado e inspirado a muchos. A pesar de vivir en una ciudad con una población con un rápido aumento de deportados, desempleo y problemas de salud, las mujeres de DPW demuestran cómo reconstruir una comunidad sólida y autosuficiente en un ambiente de retos. “A través de la lucha —dice Trini— una de las cosas que hemos aprendido es que no renunciamos fácilmente”.
Texto y fotos: Ray Younghans. Traducción: Ramiro Antonio López.